El tracto urinario, en su conjunto, no posee
flora microbiana autóctona, excepto la porción distal
de la uretra que puede ser colonizada por la flora
normal de la piel.
La infección del tracto urinario
(ITU) se origina por vía ascendente a partir de la
uretra o, en menor proporción, por vía hematógena.
Las bacterias son responsables de la mayor parte de
las ITU; las producidas por levaduras se deben,
principalmente, a C. albicans, sobre todo en mujeres.
En infecciones diseminadas, se pueden encontrar
otros hongos levaduriformes, incluyendo a
Cryptococcus neoformans; y, en países endémicos:
Blastomyces dermatitidis, Coccidioides immitis o
Histoplasma capsulatum; el hallazgo de Aspergillus
en la orina es excepcional.
La candiduria puede
constituir, a veces, un factor predictivo de candidiasis
sistémica; pero, habitualmente, es el resultado de
la presencia de levaduras en el tracto genital o gastrointestinal.
El hallazgo de levaduras diferentes a
C. albicans se asocia más frecuentemente con candidemia.
La candidiasis del tracto urinario es más
común en las edades extremas de la vida, en diabéticos
y en pacientes con trastornos del tracto urinario.
En los últimos años ha experimentado un incremento
significativo en pacientes hospitalizados, inmunodeprimidos
o sometidos a cateterización vesical. Se
relaciona con enfermedades graves, antibioterapia
intensa o instrumentación vesicouretral.
La presentación
clínica es variada, pero es más frecuente la
infección de vías altas (pielonefritis) y uretritis que
la de vías bajas (cistitis).
Para confirmar la sospecha clínica de las
infecciones fúngicas genitourinarias es imprescindible
el estudio microbiológico que, además, permite
orientar el tratamiento antimicrobiano.
http://www.guia.reviberoammicol.com/Capitulo7.pdf