La anemia falciforme es una hemoglobinopatía estructural de origen genético, caracterizada
por la presencia de hemoglobina S, que, debido a la presión inmigratoria, es cada vez más
frecuente en nuestro medio.
La hemoglobina anormal es inestable, tiende a polimerizarse y
ocluir la microcirculación, produciendo manifestaciones multisistémicas tanto agudas como
crónicas, y aumenta la susceptibilidad a infecciones. Se comentan la genética, la fisiopatología,
el diagnóstico clínico y de laboratorio, el cribado neonatal, el manejo adecuado de los principales
problemas agudos –ya que algunos pueden desarrollar rápidamente complicaciones que
afectan a la vida del paciente–, pautas de seguimiento, programa de inmunizaciones y tratamiento.
Dada la complejidad de la enfermedad es necesario plantear un manejo multidisciplinar
y coordinado entre la Atención Primaria y la Especializada que incluya la realización de
controles periódicos completos, así como la educación del paciente y de su familia, ya que todo
ello disminuye la morbilidad y la mortalidad y mejora la calidad de vida de estos pacientes.
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